El mar, el cielo, un corazón, el sol y el viento...
A veces siento que mirar el cielo apacigua la revolución que llevo dentro, ¿por qué es siempre una obsesión que cruza por mi vereda?, primero era la lejanía o imposibilidad de mostrar lo que sentía, la ilusión por algo que nunca se concretó, que fue pretexto para una ironía cruel, y luego de tantos castigos como cuando el mar golpea la roca, este viene a mi a dejarme lo querido cuando su marea sube.
¿Qué es el miedo a involucrarse cuando se está metida hasta los huesos, cuando uno se da cuenta de que la vida ya dispuso de uno amablemente?
Nada pues solo quedan las ganas de ir a buscar un pedazo de estrellas, e ir a hallar la ruta correcta para que dos corazones se encuentren cada vez más a profundidad sin desvios ni cambios de rumbo.
Yo quiero llegar allí aunque el mundo sea duro, quiero que pasen los días los años y que sigas allí y que nadie ni nada haga añicos lo construido.
Quiero soltar mis amarras, quiero brincar y saltar, no dejar morir mis sentimientos jamás, despegarme de la tristeza, no negarme la risa, quiero estar un instante en el lugar donde el cielo acaricia el sol, pues este se acurruca luego de cumplir su trabajo, de llenar de fulgo y calidez las almas, de proporcionar despertares y de renovar múltiples energías.
Si estuviera en un lugar donde hiciese frio aún mi corazón sentiría calor: estaría abrigada, sintiendo sonar el mar cercano y el viento acariciando mis cabellos.
¿Por qué un corazón que se abre puede tener todo el universo?
Por que sale al mundo, por que aprende del hombre, por que expresa lo que sabe y lo que siente, por que se toma sus momentos de reflexión con esas horas que hagan falta y elige la vida que desea vivir.
Y yo evalúo el hecho con mi alma, con mis manos, y es positivo el resultado,
Por lo que espero
Por lo que sé
Por los sueños que tuve,
Y que logré...
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