Historias subrepticias Parte I
Ella no pudo dormir en toda la noche..., el extraño que conoció, le causo gran desasosiego, prometieron verse un viernes, correr y conversar esa era la consigna, la noche anterior al día esperado ella no pudo dormir, fue algo tan intranquilo como los delirios de una reciente desilusión que aún la perseguían, más su desconfianza hacía que imaginara muchos escenarios posibles al respecto de aquel desconocido, imaginaba que venía y que la secuestraba, imaginaba que tenia otras intenciones retorcidas, pero tan sólo imaginaba...
Quedaron a las 6 de la mañana y él no llegaba, ella pensaba que otra vez le habían jugado una mala pasada, resignada se fue sola al parque con su botella de agua, total la decisión de correr y el esfuerzo por ser puntual, no debían de ser desperdiciados.
Llegó al parque, y le dio dos vueltas; era temprano, pero ya había gente que tenía la costumbre de correr a esa hora, y hacia tiempo que no hacia footing así que le costó un poco familiarizarse con las nuevas caras. Empezó a correr y le dio dos vueltas al parque, sin prisa como quien va tomando fuerza, era un calentamiento de rutina aprendido desde hacía algunos años. De pronto tomo un pequeño descanso y lo vio venir, no le pareció tan deslumbrante como el día en que lo conoció, siguieron corriendo y conversando, ella estaba ansiosa por saber de su vida, ser amiga, sin involucrarse, claro pues, ¿cómo era posible que después de tantas desgañitadas no hubiese aprendido nada?, pero esta vez había asimilado, el corazón estaba allí como una ciénaga vacía, como una casa hecha escombros pero al fin y al cabo y estaba... Ella lo sabia, y también sabía que ahora, lo que las mujeres quieren ha cambiado radicalmente, hace unas décadas nada más no podían esperar ni aspirar a mucho, pero en esta época era diferente, cada vez ella y toda su generación era más conciente del papel que empezarían a jugar en la historia de sus vidas y la historia del mundo real. Siguieron corriendo, luego le empezó a hablar de su vida y se asombró de que un hombre de 31 años como lo era él no supiese que hacer en la vida, ella tenía 22 y tenía metas y sueños en tanto, él era una buena persona, pero no bastaba, su accionar era inestable: no acababa lo que comenzaba, como sucedió con la carrera de laboratorista, solo estudio lo básico de informática y había tenido trabajos poco cualificados, ella no lo comprendía, si él venía de un muy buen colegio, y aunque sus padres estaban separados, había dejado el último trabajo que tenía hace poco, parecía que ese tipo no tenía ninguna expectativa de vida, es más parecía una irrealidad, o tal vez comprendía que su destino consistía en vegetar, tal vez una vida llena de facilismos con todo en casa, tal vez pensaba que los lujos serían para siempre; pero se terminaron de golpe por que su padre, un empresario venido a menos hace unos años, cayó hace poco en la quiebra por una estafa que le hicieron, que hasta tuvo que vender su casa, definitivamente si algo necesitaba ese muchacho era un poco de orden y disciplina en su vida. La primera tentación que ella tuvo fue la de alejarse inmediatamente.
Era un absurdo, ella estudiaba dos carreras y en las dos se perfilaba con mucho esfuerzo dentro de su base, practicaba baile en dos sitios distintos, tocaba la flauta dulce, dibujaba, cantaba, sabia algo de cocina, lo elemental claro, oía música, leía en las madrugadas, tenía cierto nivel en general, era tan polifacética que siempre tenía el tiempo invertido en algo y lo mejor de todo, siempre había un tiempo para ella misma, nadie sabia como lo hacía, lo cierto es que tenia ciertas costumbres poco conocidas que permitían toda esa rutina sobregirada. Es por ello que lo que estaba ante sus ojos no tenía sentido. Un secreto acerca de ella fue que siempre quiso ser escritora, nunca le gustaron las novelas rosa, pero no se aventuraba a escribir sobre ciencia ficción, tampoco era timorata, pues sus ensayos eran consistentes y sus ponencias también, pero sabía que no bastaba, faltaba un hálito una inspiración, la esperaba como una iluminación, pero no se había dado cuenta hasta entonces de que tenía que salir a buscarla y luchar con ella duro y parejo, era un potrilla salvaje de pura sangre a la cual tenía que dominar se dijo para si, o sino persistir en el intento, tal vez necesitaba una situación desesperada para que se le ocurriese la gran obra literaria que ella ansiaba, como a sus dos autores favoritos. Pero escribir no era un simple vicio, se dijo ella, era algo que llevaba en las entrañas. La forma de escribir la había aprendido de sitios recónditos e impensables, autodidacta de carácter no convencional y otras tantas tácticas de fondo eran ocurrencias del camino aplicadas en una pluma de gaviota verdadera.
Finalmente la muchacha se atrevió a explorar el rincón desconocido hasta ahora, y no el mundo de los hombres, ese ya lo conocía, y era presa de sus pesadillas y sinsabores.
El rincón inexpugnable, no el de la escritura la poética que esa ya la conocía, era algo con lo que tenía que vivir cuando la inspiración tocaba sus puertas y bien la parte narrativa estaba en buen camino gracias a los ensayos. Ya lo había decidido, se dejaría ser, en el sentido de que la esperaban géneros nuevos y esta vez no se haría de rogar: el cuento en primera y la novela como posibilidad, se perfilaban en el horizonte de su juvenil y fresca divagación consistente.
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